ARTE URBANO

viernes, 23 de abril, 2021

Arte urbano en la plaza de España, obra de Rafa González Ruiz.

El pasado mes de marzo del año 2020, el estado de alarma y confinamiento declarado por motivo de la Covid-19 dio inicio a una nueva forma de vida, al tiempo que visibilizó la fragilidad humana, y puso en entredicho el control personal sobre el presente y futuro al enfrentarnos a un acontecimiento histórico de una magnitud desbordante e impredecible.

Surgieron entonces nuevos encuentros y formas de contacto, de trabajo, de relacionarnos. Los balcones y ventanas fueron, sin olvidar al personal sanitario y de distintos sectores que mantuvieron servicios activos, protagonistas indiscutibles del momento; se convirtieron en halos de luz al exterior que reflejaron lo que hasta entonces había formado parte de la intimidad y realidad de cada hogar mostrando la igualdad de la condición humana, y al mismo tiempo las desigualdades existentes en nuestra sociedad.

En aquellos momentos, desde el área de cultura del Ayuntamiento, se había comenzado a trabajar en pro del arte urbano; y se barajaba la idea de potenciar las posibilidades de una de las plazas más céntricas de la ciudad -la plaza de España- con la elaboración de un mural trampantojo que simulase una fachada integrada en el entorno. Para ello, se escogió a un artista plástico afincado en la localidad desde hace décadas: Rafa González Ruiz.

No obstante, el confinamiento como hecho histórico y el protagonismo de los balcones supuso modificar el planteamiento y optar por un homenaje y recuerdo a dicha situación histórica. Se decidió aunar el arte urbano, cada vez más extendido, con el homenaje y recuerdo de un hecho histórico.

En ese sentido, visto el magnífico resultado, Rafa González Ruiz, ha demostrado ser un experto en trampantojos, en realismo y efectos ópticos pictóricos, y superado con creces las expectativas desde el momento en que presentó el primer boceto.

El mural, sito en la plaza de España, está realizado con pintura acrílica, y tiene unas dimensiones de 11 metros de alto por 9 metros de ancho. Se estructura como una fachada de una casa popular, con siete vanos -cuatro en forma de balcones con balaustradas y tres en forma de ventana- y tejado de teja.

En los mencionados vanos es donde se encuentra el significado de la obra y su relación con el confinamiento provocado por el Covid-19. De forma sutil y en calma, el artista sitúa siete figuras humanas, reforzadas con dos figuras de animales, que representan algunos estereotipos y realidades, de las muchas que hubo, de asimilar y vivir la mencionada situación.

El hilo conductor y lectura de la obra, por tanto, lo otorgan los distintos tiempos, personalidades y edades plasmadas en la misma; las cuales reflejan distintos estados de ánimo, actitudes y situaciones en las que toda persona puede verse reflejada desde abajo, encontrándose, reconociéndose y reflexionando sobre lo que un día vivió de forma particular y colectiva; y que, en definitiva, es muestra de la vulnerabilidad humana.

La escena del balcón primero-derecha muestra a dos niños que juegan y llaman la atención de dos gatos callejeros con una caña de pescar improvisada y un pez de juguete reconocido como Nemo. Ello hace alusión a la vida y ganas de vivir, a la inocencia, a la esperanza de que se volverá a la normalidad y el curso de la vida continuará; también a la necesidad de contacto con el exterior, con la vida y la naturaleza, con un mundo animal que parece quedar al margen de las circunstancias y recuperar su ritmo natural. En ese sentido, este último punto invita a la reflexión sobre el alivio que supuso para el mundo animal y natural el confinamiento. Por otro lado, el pez nos da una pista de la fecha del acontecimiento situándolo en las primeras décadas del s. XXI.

Al balcón primero-derecha se asoma una chica joven cansada de la situación y el confinamiento; acompañada de su perro parece apreciar su compañía y desear que llegue la hora de sacarlo a pasear, momento que fue en muchos hogares esperado como una tabla de salvación. De forma contraria, en el segundo-izquierda un hombre disfruta el café en su momento de descanso de teletrabajo apreciando el tiempo que puede volver a pasar en casa ante una vida ajetreada; actitud que parece compartir la mujer de la ventana central del segundo, la cual se dedica a cuidar y regar sus plantas –momento y actividad común en el confinamiento-.

Y si el balcón primero-derecha nos mostraba la inocencia y fragilidad de la primera vida, en esta lectura de la obra de derecha a izquierda y de abajo a arriba guiada por la edad y las etapas de la vida; la escena del segundo-derecha plasma la realidad y fragilidad de un matrimonio de ancianos -los más afectados por la pandemia- que observa y se conforma con la situación que les ha tocado vivir en una vida llena de esfuerzo y trabajo, una vida de conformismo que no les sorprende.

Por último, la obra culmina con el homenaje a las víctimas de la Covid-19 que se encierra en la persiana bajada del centro de la obra. Un recuerdo a las casas vacías y persianas bajadas que tristemente ha dejado la pandemia, pero que no olvidamos.

Enhorabuena Rafa González Ruiz por esta obra maestra que aúna simbolismo, comprensión y entendimiento de la naturaleza humana; con esfuerzo y trabajo faraónico, precisión y limpieza en la técnica pictórica.

Así mismo, el Ayuntamiento agradece a la empresa K INMOBILIARIA S.A. la cesión gratuita de los andamios durante los meses de elaboración del mural.